Christian Chaize, artista autodidacta, vive y trabaja en Lyón. En 1992, en Arles, recibió el Premio del Panorama del joven fotógrafo europeo otorgado por Kodak. Durante los últimos 20 años, su carrera de fotógrafo comercial ha estado repleta de éxitos.
Premio del panorama europeo Kodak de la fotografía joven
Recientemente, en 2004, mientras realizaba una estancia en Portugal, Christian Chaize, fue seducido por el encanto de una parte de la costa sur del país. Desde entonces, su trabajo personal ha registrado un gran auge que ha tomado el relevo de sus ambiciones profesionales. Participó plenamente en esta serie, que le permitió que se le dedicase una exposición en Lyón así como en Nueva York, y participar en dos exposiciones en museos de Portugal (Sines y Lisboa).
Entre otros proyectos, Christian Chaize, siguió realizando fotografías de Portugal, para entender (o quizás no entender) la atracción indecible que ejerce sobre él este paisaje acogedor y misterioso.
En el bosque que bordea mi hogar, emprendo un viaje, no a través de países, sino en el corazón de lo ordinario, revelando una majestuosidad apenas escondida en lo cotidiano.
« Praia Proxima » encarna esta búsqueda, este diálogo íntimo con la naturaleza, donde cada hoja, cada rayo de luz teje una conexión profunda con nosotros.
Después de mis series « Praia Piquinia » y « Ten », esta vez les invito a una humilde foresta, para plantear la idea de que el asombro no necesariamente reside en lo extraordinariamente lejano, sino que también puede encontrarse en nuestro entorno cercano.
Este proyecto es un himno a la contemplación, un estímulo para observar con el corazón el mundo que nos rodea.
Con mi cámara, intenté por la noche, cuando el viento calla y el bosque duerme, capturar no solo la imagen, sino también la esencia del bosque, esa complejidad exuberante.
Los formatos muy grandes elegidos para esta exposición no son solo una elección estética, sino una necesidad para envolver al espectador en esta experiencia sensorial, permitiendo que el ojo se detenga, se pierda y finalmente se encuentre en este laberinto de naturaleza, siendo cada fotografía un silencio entre dos pensamientos:
Esta exposición es una lección de gratitud, un recordatorio de que, en el ajetreo de nuestras vidas, existen refugios de paz donde el tiempo y el espacio adquieren otro significado. Al final, « Praia Proxima » es un viaje al alma del bosque y, por extensión, al nuestra.
Es la prueba viviente de que, si observamos con atención, cada rincón de nuestro mundo esconde maravillas, recordándonos apreciar cada respiración, cada ramita y cada paso sobre esta tierra.
“El único viaje real no consiste en visitar otros paisajes, sino en verlo con otros ojos” Marcel Proust.
Hace siete años, Portugal entró en mi vida como otro paisaje, tanto en el propio sentido de la palabra como en el sentido figurado. Desde entonces, realicé exclusivamente fotografías de esta pequeña porción de la costa sur. Al regresar cada año a este lugar preciso, busqué en él los matices, los detalles y los humores.
De esta dulce obsesión, nacieron dos series distintas. La primera, “Praia Piquinia”, es una serie de obras consagradas a una única playa en la que todas las fotografías han sido tomadas exactamente desde el mismo lugar.
La segunda serie “To Praia Grande”, es una serie de imágenes múltiples de un mismo lugar, el que lleva hacia la Gran playa.
Para mí, estas playas son lo que las Naturalezas muertas eran para Morandi. A distancia, tras mi cámara con gran formato, observo los distintos elementos: la luz, el tiempo, la hora del día, el flujo y el reflujo del océano y los bañistas. Las imágenes se toman en vertical, rompiendo con el formato horizontal, tradicional en la fotografía de paisajes. Esto otorga a mi tema la forma de un retrato – imagen perpetua de este recobijo etéreo mientras que pasan los minutos, los días, los años – el retrato de un lugar.
He intento ubicar el tiempo en dichos momentos, el tiempo que vemos, elástico, de una imagen a otra. Y empezar de nuevo… con otros ojos…
A diferencia de las playas que suelo frecuentar en Portugal y que se han convertido de algún modo en un miembro de la familia, tan sólo había visitado las islas Seychelles antes de considerarme un artista. Cuando era niño, idealizaba este lugar, para mí era el paraíso.
A pesar de sus cambios numerosos, he intentado realizar fotografías de Praia Piquinia y Paraíso desde un nuevo enfoque. He querido observar con atención, consideración, con un sentimiento de afección y de respeto.
Al redescubrir las islas, alterné las tomas de vista de la tierra, del cielo, del agua, de los árboles, intentando al mismo tiempo liberarme cada vez de aquello que solemos llamar las convenciones de encuadre. A través de este enfoque que se inscribe en el marco estético de algunos modernistas de la fotografía, quise ver las Seychelles sin el peso de los parámetros, sólo con aparatos de gran formato.
Sin nuestros criterios normales de percepción, el objeto de nuestra mirada puede renovarse y reaparecer como en la Génesis, en el primer respiro, en la luz de la creación del mundo. En resumen, una imagen del paraíso. Del mismo modo, me gustaría que el espectador se sintiese libre de cualquier artificio, como Adán y Eva antes de que Dios les invitase a dar nombre a los elementos de la naturaleza que les rodeaban.
Algunos objetos son difíciles de identificar en un principio mientras que otros se presentan a nuestra vista; no obstante, incluso una ligera desorientación es capaz de desarmarnos y empujarnos más lejos. Podemos convertirnos poco a poco en seres más receptivos, a semejanza de un niño que descubre el mundo sin ideas preconcebidas, sin perjuicios que podrían resultar un obstáculo a su imaginación.
« Paraíso » representa una salida, tanto en sentido figurado como en el propio sentido de la palabra de « Praia Piquinia ». En el plano técnico, sustituí el tradicional formato paisajístico por un formato cuadrado; no obstante, los títulos de las imágenes también reflejan sus diferencias. En la serie de Praia Piquinia, están determinados por la hora y la fecha exacta en la que se realizó la fotografía, mientras que todos los clichés de Paraíso son « Sin título », sin nombre, abiertos a su interpretación.
Nueve años de recorrido, y la serie Praia Piquinia sigue y seguirá evolucionando, como resultado de mi compulsión y dedicación a observar y fotografiar aquel enclave en diferentes momentos del año y del día. Como es lógico, tomé también varias imágenes de Praia Piquinia por la noche. Y, claro está, sólo era posible hacer aquellas fotografías cuando la luna estaba allí. Desde la primera vez que lo intenté, una nueva necesidad se apoderó de mí, sorda e imperiosa: Mostrar la luna en grande, tan grande que uno pudiese ahogarse dentro… o reubicarse si se toma cierta perspectiva…
Conocemos bien la luna, a través de los libros de cuentos, el cine, fotografías de la NASA, libros de texto, telescopios domésticos, planetarios… pero claro, como mejor la conocemos es mirando hacia arriba. Ocupa su lugar habitual en el espacio, en leyendas, en nuestra vida cotidiana. En cualquier caso, como Praia Piquinia, como tantas cosas que damos por sentadas, quería verla de un modo diferente. Quería verla con detalle. Y quería mostrarla en su inmensidad.
El camino fue largo y lleno de obstáculos: investigación y visitas a observatorios, experimentos con diversos telescopios, lentes y aparatos diversos y variados, llegando incluso a fabricar sistemas para adaptar algunas cámaras fotográficas…: Me preguntaba incluso si mi proyecto no sería sino una presentación de todos mis fracasos…
Pero el tema está lejos y mi investigación y mi paciencia pudieron un poco con la distancia. Al cabo de un año, llegué finalmente mediante una recopilación de más de 4.500 fotografías a mostrar la luna como la imaginaba: una imagen de dos metros de anchura. Técnicamente, alcancé el límite de lo que se puede disparar actualmente desde La Tierra con una cámara fotográfica, límite fijado por la atmósfera terrestre. En efecto, cuanto más se acerca uno ópticamente a la luna, más degradan las perturbaciones terrestres la imagen. Si se considera que la luna puede en algunas representaciones asimilarse al ideal femenino, ¿qué ocurre en este caso con las perturbaciones terrestres…? Aquí, gracias al encuadre, la luna no está tanto flotando en el espacio, sino que ella misma se convierte en el espacio. Y perderse, o volver a encontrarse…